Había sido el portero de la selección que había ganado la Copa del Mundo, los galones eran indudablemente suyos, reforzados con el brazalete de capitán en el brazo, pero la evidencia empezaba a ser cada día más clara: había un portero joven y pujante que había demostrado ser mejor que él. No, esta historia no es sobre Iker Casillas y David de Gea, aunque el preámbulo también encaje con el guardameta español, sino sobre Manuel Neuer y Marc-André Ter Stegen. La diferencia llega en el desenlace. Mientras que Iker se fue diluyendo hasta su reciente retirada final, Neuer ha sido capaz de revertir la situación hasta volver a ser el indiscutible portero titular del Bayern y de Alemania.
El triunfo en la final de la Champions contra el PSG sirvió para reforzar la decisiva recuperación para la causa de un personaje polémico, altivo y orgulloso como pocos, pero también disciplinado en el trabajo, defensor de sus parcelas de poder y rematadamente bueno en lo suyo. No, tampoco es esta la historia de Cristiano Ronaldo, y aquí la diferencia es que el portugués aún no conoce el declive, mientras que Neuer sintió hasta hace nada su amenaza y sus posibles consecuencias.
Quizá no sea casualidad que el portero de Gelsenkirchen haya regresado por sus fueros justo después de que el Bayern anunciara, en enero, la contratación del prometedor Alexander Nübel (23 años), procedente del Schalke 04 como él, para la próxima temporada. Un síntoma claro de que el club bávaro, pese a su encendida y a ratos chantajista defensa de su prevalencia en la selección por delante de Ter Stegen -el presidente Uli Hoeness llegó a amenazar con no ceder jugadores del Bayern si se consumaba el relevo-, comenzaba a preparar un futuro, a corto o medio plazo, sin él, ya 34 años, defendiendo la portería del Allianz Arena.