Quique Setién prioriza la gestión de la decadencia

El técnico del Barcelona, arrastrado por la crisis del club, se aleja de su obra mientras la vieja guardia vuelve a ganar terreno

Si hay algo que nunca se le podrá reprochar a Quique Setién es la claridad con la que se expresa. Tras confirmarse la caída en el Santiago Bernabéu, la primera del Barcelona en cinco temporadas en el torneo liguero, al técnico le preguntaron por su insistencia en la titularidad de Arturo Vidal. Ya no tanto por su mera presencia, sino porque ello volvía a desembocar en el sacrificio del tercer delantero. «Optamos por tener más control en vez de asumir ciertos riesgos», respondió el técnico.

El banquillo, bien lo supo Ernesto Valverde, reformula todo romanticismo porque la prioridad no parece otra que salvar el pescuezo. Más aun cuando el entrenador en cuestión gestiona un proyecto en regresión. Una decadencia que nace en el palco, con el presidente Josep Maria Bartomeu dispuesto a resistir en el búnker, y alcanza de lleno el vestuario, con la vieja guardia implacable en la defensa de su territorio.

Setién, pues, se ha propuesto ser otro gestor de la decadencia. Quién sabe si por obligación ante una plantilla tan agujereada. Quién sabe si por mero instinto de supervivencia. Las lesiones de Luis Suárez y Dembélé, además del deficiente desempeño de la entidad en el mercado de fichajes, condicionan toda buena intención. Aunque por ahora, ni la estética ni los resultados refuerzan la apuesta. En la Champions, un único disparo entre palos libró al equipo de la derrota en Nápoles. En la Liga, ya con el liderato en manos del Real Madrid tras un encuentro en el que el equipo se desvaneció tras el descanso, no le quedará otra que avanzar siempre pendiente del tropiezo de su rival.

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